La COVID-19 ha servido como acelerador del comercio electrónico ante la mayor incertidumbre del comercio tradicional. Actualmente, el e-commerce ya cuenta con una cuota de mercado del 10%, las estimaciones más optimistas esperaban alcanzar esa cifra en 2023. No olvidemos que la cuota de penetración de Internet en España está en línea con la del resto de países occidentales (>90%). Por lo tanto, una vez volvamos a la deseada normalidad, saldremos de dudas sobre el impacto que el comercio electrónico tiene sobre el retail tradicional, pues todo aquel que nunca había comprado desde casa se ha acostumbrado a hacerlo. Esto reducirá la incertidumbre, lo que conllevará a un aumento de la demanda por esta tipología de activos inmobiliarios y su consecuente subida de precios.
No olvidemos que, además de la seguridad que da tener operadores de alimentación o bricolaje, que han demostrado ser muy defensivos frente a pandemias, el sector del retail siempre ha destacado por su flexibilidad y modularidad. Son activos dinámicos y cambiantes construidos para adaptarse fácilmente a las nuevas modas y demandas de los consumidores. Dicho dinamismo será una ventaja a la hora de añadir nuevos usos alternativos cada vez más demandados como clínicas, centros de día o senior living.
Otro punto importante por mencionar es que, debido a la bajada de rentas e incremento de las tasas de capitalización que ha experimentado el sector, en muchos casos encontramos verdaderas oportunidades en términos de euros el m2 con un valor inferior al coste de reposición.
Por último, comentar el factor social del retail. Todos hemos visto imágenes de los centros comerciales llenos con colas para entrar después del confinamiento. No olvidemos que todas esas personas tenían la posibilidad de hacer la compra desde su casa, pero eligieron ir al centro comercial.
Si algo nos ha enseñado la COVID-19, es que hacerlo todo desde casa no es la vida perfecta que habíamos imaginado.