Aunque durante años se ha producido un gran debate sobre la idoneidad o no de invertir en centros comerciales, sobre todo debido al fuerte empuje del comercio online, tanto en España como en otros países, la realidad es que este tipo de activos siguen despertando interés y operando en el mercado con normalidad, siendo compatibles con el e-commerce.
Tras la pandemia, en países como el nuestro ha quedado patente hasta qué punto hay mercado tanto para las compras a través de Internet como para el comercio presencial, donde prima como valor diferencial la experiencia de compra que cada operador pueda ofrecer. España es un país mediterráneo. Nos gusta salir a la calle, pasear, conocer nuevos restaurantes e ir a tiendas físicas. Nos gusta socializarnos. Pero sobre todo nos gusta la posibilidad de poder hacer todo lo anterior y, al mismo tiempo, recurrir cuando lo necesitemos al comercio online.
Con perspectiva, y en términos más de negocio, los centros comerciales están viviendo, en general, una buena etapa desde un punto de vista operativo, con tasas de ocupación elevadas, buenas cifras de ventas y afluencias y unas tasas de esfuerzo por parte de los arrendatarios en unos niveles más bajos que en años anteriores.
Esta buena situación ha motivado que, de hecho, se estén viendo en el mercado cada vez más transacciones. El ritmo de las mismas vendrá determinado, eso sí, por el apetito del capital de los grandes fondos institucionales, que son los que están comprando este tipo de activos, por las peculiaridades que tiene la gestión de los mismos, siendo la ubicación, su posicionamiento en el mercado y su potencial tres de los aspectos más relevantes a la hora de cerrar una operación.