Este cambio de tendencia responde a los efectos que la pandemia dejó en el consumidor y en sus hábitos durante el estado de alarma, siendo uno de los más importantes la caída en visitas al establecimiento (-13%) y el aumento del ticket de compra (+20%) en el período analizado. A un ritmo de visitas a la tienda propio de agosto con compras más propias de la Navidad, el consumidor optó por pagar más con tarjeta.
A ello también contribuyeron las recomendaciones sanitarias de no manejar dinero en efectivo, así como la disminución de visitas al cajero automático que, si bien era una actividad permitida incluso en los días más restrictivos del confinamiento, el miedo al COVID-19 propició menos salidas al banco y tener que tirar del plástico para la compra de productos esenciales.
En cuanto al gasto en las operaciones al contado o con tarjeta, ya en período precovid eran más cuantiosas las segundas, al representar el 54% del gasto, frente al 45% del efectivo; pero con la pandemia el gap aumentó hasta los 34 puntos de diferencia, de tal modo que dos de cada tres euros que se gastan en hacer la compra requirieron de un PIN y solo uno de cada tres de abrir la cartera.
Este cambio de paradigma también está muy alineado al auge del e-commerce que, por sus características, requiere de pagos digitales y no físicos, ahondando en el declive de billetes y monedas en los bolsillos.