El nuevo vestíbulo, de gran tamaño, se integra en la primera planta del centro comercial y centraliza todos los servicios, desde la taquilla a la barra de palomitas y la de chucherías. Una pantalla de contenidos digitales invita a acercarse a un espacio minimalista en el que prima la funcionalidad. Una rampa que evoca la alfombra roja del cine conduce a los espectadores desde la luz y el ajetreo a un espacio más íntimo, el de la sala, el de la experiencia cinematográfica personal y, al mismo tiempo, compartida.
La segunda prioridad de este innovador proyecto fue redistribuir el espacio para facilitar el tráfico fluido de espectadores. Al incorporar nuevas entradas y salidas laterales, se evitan las aglomeraciones: el público que acaba de ver una película nunca coincide con el que espera a la siguiente. Esta medida, anterior a la pandemia, garantiza la distancia de seguridad, primordial en la lucha contra el COVID-19. La renovación continúa en el interior de las salas, todas ellas con nuevo aislamiento acústico e iluminación.
La obra, planificada antes del estado de alarma, se ha ejecutado en tres meses. Si en el proyecto todas las mejoras se enfocaban a la comodidad del espectador, ahora contribuyen también a su seguridad y a la del personal de los cines. Hoy inciden en los protocolos sanitarios, las mascarillas, los dispensadores de gel hidroalcohólicos, los lectores digitales de entradas, los indicadores de distancia en el suelo, el aforo restringido, la constante desinfección y una apuesta por la venta online para minimizar las colas. En la fachada de los propios cines se ha instalado un cajero automático de venta de entradas.