El consumidor muestra una actitud muy abierta hacia lo nuevo o distinto a lo que suele comprar habitualmente. Más de nueve de cada diez españoles tienen este carácter que les hace ser tan propensos a variar su cesta. Y son un 36% los que se reconocen como auténticos fans de probar marcas o lanzamientos y siempre están atentos a lo diferente en el lineal.
En cambio, sólo hay un 8% de consumidores con la mente cerrada totalmente para probar cualquier cosa que no sea lo que compra habitualmente.
Los alemanes, al hacer la compra, piden el precio, pero los españoles demandan buena relación calidad-precio. Y esto es precisamente lo que nos puede hacer click para cambiar, o al menos es lo que activa al 48% de consumidores. A un 27% le hace moverse una calidad superior y a un 25% su facilidad de uso o que le facilite la vida. En definitiva, es más importante el valor que el precio para el consumidor actual.
A su vez, a casi dos de cada tres usuarios le influyen las recomendaciones de su entorno familiar y de amistades; mientras que más de la mitad hacen caso a comentarios y críticas de otros consumidores; por lo que la experiencia personal es clave.
En cambio, cuando el mensaje llega directamente desde la marca, la influencia es menor. Si se trata de un anuncio, ya sea audiovisual, online o impreso, es efectivo en una tercera parte de consumidores; influyendo en otros tantos a través de publicidad soportes publicitarios externos en el espacio urbano.
En cuanto al poder de atracción de una marca, uno de cada cuatro españoles se deja llevar por esta fuerza a la hora de pensar en probar un producto diferente al que suele comprar.
Asimismo, poco a poco empiezan a verse aspectos relacionados con la sostenibilidad que pueden provocar que en el lineal cojamos otros productos y los metamos en la cesta. A un 23% le influye siempre que sea un producto local, de la tierra; mientras que a un 18% le sucede lo mismo cuando se trata de una marca socialmente responsable.