Con esta apertura, la cadena abre su quinto establecimiento en seis meses, más cerca de cumplir su objetivo de abrir 10 restaurantes en 2021. Bajo el concepto “The Fitzgerald Clandestino Edition”, el local cuenta con 200 metros cuadrados y se presenta como la mayor forma de expresión de la marca. Además, tiene capacidad para 84 comensales, que podrán degustar sus burgers gourmet, elaboradas con carne fresca de primera calidad, natural, sin hormonas, ni conservantes, manteniendo todo su sabor y ternura.
“Si hay algo que nos caracteriza en The Fitzgerald Burger Company es nuestra gran apuesta por la innovación y por la búsqueda de nuevas inspiraciones que nos hagan únicos en el sector. Con ‘The Fitzgerald Clandestino Edition’ apostamos por un nuevo concepto que fusiona el estilo y la filosofía de la marca, con uno de los edificios arquitectónicos por excelencia de Valencia, convertido hoy en día en un espacio gastronómico referencia en la ciudad que nos vio nacer y crecer, y que confiamos que siga siendo testigo de muchos nuevos hitos que están por venir”, ha afirmado Carlos Gelabert, fundador de The Fitzgerald Burger Company.
Para su inauguración, la compañía ha celebrado una fiesta clandestina solo accesible para los invitados más exclusivos, con el propósito de dar a conocer de forma privada la experiencia “The Fitzgerald Clandestino Edition”.
Durante los días previos a la apertura, la cadena llevó a cabo una campaña teaser en las principales calles de Valencia, donde colocaron diversos diseños en cartelería con las coordenadas exactas de la ubicación del nuevo restaurante y la clave secreta: “Rebel”.
Además, la cadena activó varias acciones en sus redes sociales con el fin de interactuar con los clientes y puso en marcha en su perfil de Instagram el juego “found your pass”, por el que un total de cinco personas consiguieron su entrada al evento clandestino. Los asistentes pudieron formar parte de un evento con talleres de magia, sesiones de Flash Tattoo en directo, y otras acciones inspiradas en el arte urbano con las que cada invitado podía dejar su marca personal en las paredes del restaurante.