Estos productos son la punta de lanza de una cesta formada por 60 productos de lo más variopinto, que entre junio y la primera quincena de septiembre concentran el 41% de las ventas sobre el total del año. De esas 15 semanas de campaña, el pico más alto en términos de ventas, al menos el año pasado, se produce en la semana de cambio de mes de julio a agosto.
Los insecticidas se presentan como una de las categorías más dinámicas, de hecho el pasado verano experimentó un incremento del 9% en sus ventas, los que mejor evolucionaron.
Por otra parte, helados, batidos, horchata, zumos o yogures líquidos representan el 13,2% del carro de la compra estival.
Asimismo, a la hora de llenar la nevera, también buscamos productos “de temporada” como la sandía, el melón, los albaricoques, las cerezas o picotas, la paraguaya o la nectarina. Estos frescos suponen el 13,4% del gasto veraniego.
Asimismo, el agua supone el 8% del gasto en esta cesta y que en temporada estival ve incrementado su consumo por el efecto del turismo. Por último los productos asociados a la playa y la piscina, como bronceadores o bebidas refrescantes de café o té, patatas fritas o una tortilla preparada, suponen el 7,3% de la cesta.