El concepto clásico de centro comercial estándar está obsoleto. Se trata de un modelo nacido en EE.UU avalado por una sociedad de consumo desmedido, hoy en proceso de cambio. Entonces ¿qué hay que hacer? Para ello, primero debemos entender por qué se ha agotado el modelo actual y analizar qué valores nuevos demanda la sociedad
Para empezar, huir de un único modelo. Tendemos a repetir porque es más fácil replicar que innovar. Pero los nuevos espacios han de personalizarse. Esta especialización incluye infinidad de modelos válidos: cada proyecto debe concebirse analizando las demandas de su ubicación y entorno de manera que responda a unas necesidades singulares determinadas.
Si queremos atraer a la gente, debemos procurar lugares agradables, poniendo en valor la estancia por la estancia aún en detrimento de la superficie bruta alquilable. Que el antiguo pasar el domingo en el centro comercial se convierta en una experiencia agradable en sí con independencia de lo que se compra.
Los nuevos espacios deben incorporar softwares de última generación que mejorarán su control y gestión, lo que repercutirá en un mejor funcionamiento.
Estos nuevos espacios deberían proponer alternativas en los modos de aprovechar y rentabilizar las superficies comerciales. De la misma manera que prospera el coworking o el coliving, los nuevos espacios deberían incorporar modelos paralelos con posibilidades más flexibles de aprovechamiento y nuevos operadores con actividades y firmas diferenciales más allá de las archiconocidas franquicias.
Por otro lado, la preocupación por el cambio climático y el desarrollo sostenible son valores en alza para los consumidores. Incluir medidas de este tipo en los nuevos espacios será bien recibido por estos usuarios. Además, habrá que cuidar los espacios para que incorporen elementos naturales.