Los centros comerciales están inmersos en una continua evolución hacia modelos más sostenibles e integrados en el entorno urbano. Este avance no solo responde a las exigencias regulatorias o a la presión social, sino también a una visión estratégica de largo plazo que busca eficiencia operativa, fidelización de clientes y generación de valor para los inversores y las comunidades donde se ubican los centros comerciales.
En materia de sostenibilidad, es usual encontrar centros que han implementado certificaciones ambientales como LEED o BREEAM, incorporando sistemas de eficiencia energética, gestión inteligente de residuos, uso de energías renovables y diseños con estándares bioclimáticos. La movilidad como parte de la sostenibilidad se prioriza con estaciones de carga para vehículos eléctricos, zonas peatonales y conexiones con el transporte público. Todo ello sin olvidar la accesibilidad. Gracias a certificaciones como AIS, se pone el foco en una mejor inclusión, haciendo más ambles los centros a los colectivos que sufren algún tipo de discapacidad Estas medidas no solo reducen el impacto ambiental, sino que fortalecen la imagen corporativa.
Los centros comerciales están dejando de ser espacios aislados de comercio para convertirse en nuevas centralidades urbanas. Sus roles tradicionales se ven ampliados: combinan comercio, ocio, servicios, salud, cultura y, en algunos casos, hoteles, vivienda o coworking. Este enfoque de usos mixtos refuerza su función como núcleos de encuentro social y dinamizadores del entorno urbano donde se ubican. La tendencia es integrarse mejor con el tejido de la ciudad y responder a las necesidades locales, contribuyendo, incluso, a regenerar zonas degradadas, activar la economía y mejorar la calidad de vida a través de acciones de responsabilidad social corporativa. En resumen, la sostenibilidad y centralidad no son solo tendencias, sino elementos clave en el desarrollo del retail y las ciudades.