En un contexto de recuperación lenta y aperturas parciales, los centros se enfrentan a un doble desafío: seguir ofreciendo un servicio eficiente a unos consumidores cada vez más exigentes y, al mismo tiempo, lograr una gestión de los establecimientos que garantice el cumplimiento de la normativa por parte tanto de los clientes como de su propio personal.
La creciente preocupación por la salud y la seguridad han hecho que propietarios y arrendatarios aceleren la implantación de métodos de pago sin contacto, autopago y pago por móvil, entre otros sistemas “sin fricción”.
Entre otras ventajas, la tecnología es capaz de detectar y alertar al personal de seguridad en tiempo real sobre aquellas áreas que estén superando los límites de ocupación. Pero también facilita la planificación de horarios de limpieza en zonas comunes, como lavabos y locales de restauración, basándose en patrones de afluencia reales.
Al mismo tiempo, la información basada en datos ayuda a los propietarios a trabajar con los arrendatarios para comprender el impacto de los nuevos patrones de comportamiento del consumidor en lugares públicos. La analítica de datos, aplicada al funcionamiento diario de un centro comercial, ayuda a estimular la eficiencia operativa, para saber, por ejemplo, cuándo las entregas causan menos molestias o cómo garantizar la comodidad de los compradores en temporadas pico, como Navidad o rebajas.
Además de esos avances, las compañías están optando por tecnologías centradas en la autenticación biométrica para eliminar los últimos elementos de contacto, así como el aprendizaje automático o machine learning para crear recomendaciones que promuevan la fidelidad de los clientes y la repetición de sus visitas.