Los parques comerciales son un modelo mucho más adaptado a los momentos actuales. La presencia de una o más locomotoras, que garantizan el flujo de clientes potenciales al resto de operadores, sirven de ancla a un mix comercial que suele estar compuesto por actividades de alimentación, hogar y deporte, complementadas con espacios de restauración y ocio.
Tienen cada vez más peso modelos de explotación low-cost, si bien estos, al igual que los parques comerciales, han evolucionado hacia una imagen más cuidada y atractiva para el consumidor y más profesionalizada. Además, los principales operadores han demostrado ser especialmente resistentes a las crisis provocadas por la pandemia y la subida de la inflación, lo que convierte a estos centros en un producto muy atractivo para los inversores.
Los parques comerciales suponen una ventaja en relación con la omnicanalidad. La capacidad de adaptación de sus locales, por su facilidad de transformación en “naves que venden”, permiten que este modelo híbrido tenga una gran flexibilidad para reducir espacio de tienda y ampliar el almacén, facilitando la recogida de las compras online. Asimismo, la ubicación de muchos, a las afueras de las ciudades, favorece la integración del mundo físico y digital.
Los operadores tienen una mayor independencia a la hora de realizar sus actividades. La disponibilidad de espacios propios adaptados para la carga y descarga permite emprender acciones comerciales fuera de sus recintos, como exposiciones de productos o iniciativas puntuales, mejorando la agilidad y productividad y obteniendo mayor rentabilidad.
La experiencia de compra tiene mucha relación con la practicidad, la facilidad, la comodidad y la rapidez. La disponibilidad de amplios aparcamientos, accesos directos a tienda y buenas ubicaciones son algunos de sus beneficios. En definitiva, los parques comerciales actuales son una garantía para operadores e inversores y una apuesta segura para el futuro