Los cierres, los límites horarios, el aumento de la venta online o la reducción en la afluencia de visitantes han sido algunas de las razones que han hecho replantearse las estrategias del sector. Renovarse o morir. La COVID ha puesto en su lugar la importancia de la salud de las personas, pero también nos ha hecho reflexionar sobre la salud de nuestro planeta. Los centros comerciales, de igual manera que el resto de los sectores, se han visto obligados a transformarse para poder afrontar esta nueva situación.
Actualmente nos encontramos en un punto de inflexión, a partir de aquí no podemos volver a la situación anterior, es el momento perfecto para dar un paso adelante y apostar por estrategias que generen un impacto positivo tanto en las personas, como en la sociedad y en el medio ambiente. La sostenibilidad es un valor que lleva muchos años presente en los centros comerciales, pero el objetivo ahora es ir más allá y no quedarnos en ser menos malos y reducir nuestras acciones negativas, sino en convertirlas en una huella positiva. Pero ¿cómo lograr estos objetivos a través de los activos comerciales? Gracias a la aplicación de la economía circular en todo su ciclo de vida, desde su diseño, pasando por su construcción, hasta su ocupación. De este modo, se consigue una reducción de la huella de carbono y de la ecotoxicidad, una mejora del confort acústico, térmico y lumínico, una reducción en el consumo de materias primas, un espacio más saludable para los ocupantes con el uso de materiales sin tóxicos ni sustancias nocivas…
El modelo de economía lineal bajo el que se diseñan, construyen y mantienen la mayoría de los activos está obsoleto y es insostenible. La economía circular ha llegado para quedarse y mejorar el compromiso de los centros comerciales con la eficiencia y la sostenibilidad.