Los hábitos de compra online han impulsado la omnicanalidad en los centros comerciales, que se han adaptado para afrontar este nuevo desafío. No obstante, por el momento, estos comercios forman parte de la cadena logística de los operadores del e-commerce como punto de recogida de mercancía o de entrega de devoluciones (logística inversa).
Como puntos de distribución de última milla, los centros comerciales encuentran una serie de barreras. Por un lado, el inversor busca el producto más “apetecible” en términos de rentabilidad; así, encontramos ya algunos ejemplos en Europa de cambio a uso residencial, sobre todo en centros comerciales urbanos, por su ubicación.
Por otro lado, el tamaño y el urbanismo predominante de vivienda en altura de las ciudades españolas no requiere que los puntos de distribución de última milla estén dentro de las mismas, sino que pueden localizarse en núcleos de las afueras como pueden ser Coslada o Getafe a escasos 30 minutos de Madrid.
Respecto a reconversiones parciales en las que convivan el uso comercial con el logístico en un mismo centro, existen otras limitaciones no insalvables, pero con repercusión en los costes. Es el caso de una operativa logística condicionada a un horario comercial que no “sufren” las plataformas logísticas.
Además, habría que adecuar los centros comerciales para dotarlos de más superficie de almacén y para eficientar la operativa logística, simplificando recorridos, ampliando el número de muelles, etc. y, con todo, difícilmente alcanzarían la eficiencia de una nave logística.
Por último, los costes. Las rentas por activos logísticos en el área de distribución local en zona prime de Madrid o en el arco 1 de Barcelona son de 6,25 euros por m2 al mes y 8,00 euros, respectivamente, frente a la media de 19,45 euros por m2 mensuales de renta de almacén en un centro comercial.