El compromiso de la UE de alcanzar la neutralidad climática en 2050 lleva a una revisión al alza de los objetivos a 2030. Para ello, se están preparando una serie de reformas que afectarán de lleno a todos los edificios.
Los centros comerciales tienen una tarea importante por delante para conseguir su descarbonización. Sus grandes extensiones requieren altas demandas energéticas entre iluminación, ventilación, climatización o refrigeración de productos, además de otros consumos asociados. Este proceso de descarbonización empieza en la fase de diseño o rehabilitación, con soluciones pasivas (iluminación natural, envolventes bioclimáticas, etc.) y tecnológicas (recuperadores de calor, generación de energías renovables o sistemas de gestión integral de edificios (BMS).
Para descarbonizar nuestros edificios no basta con mejorar su eficiencia energética. Hay que cambiar la manera en la que construimos, rehabilitamos y reformamos para descarbonizar todo su ciclo de vida. Este aspecto es muy importante en los centros comerciales, que tienen un alto número de transformaciones por reformas, cambios de negocio, etc. Estas deben acometerse sin emitir gases de efecto invernadero, ni residuos, dentro de un modelo descarbonizado y circular.
Si ampliamos el foco del edificio a la actividad en sí, se puede avanzar en la descarbonización y circularidad de los productos que se venden, incluso en que los modelos urbanos de movilidad que permiten su uso sean también neutros en carbono. Por último, hay otros aspectos urgentes que tampoco se están abordando con la premura necesaria, como el impacto de los edificios y las infraestructuras que los soportan en materia de biodiversidad o adaptación a los efectos del cambio climático.
Se trata, por lo tanto, de una renovación a fondo de los edificios comerciales construidos y por construir y del propio modelo de consumo de los centros comerciales, para hacerlo compatible con un modelo de sociedad descarbonizada y resiliente.