En el Congreso de Sevilla se demostró la vitalidad del sector y la vuelta a una realidad muy similar a la previa a la pandemia. El cliente respondió tan rápido como se anularon las restricciones y el sector ha superado una prueba que no podíamos imaginar que se plantearía. Pero esto ahora es pasado.
Nuestro sector se enfrenta a grandes retos de carácter económico, comercial y regulatorio.
La salida de la crisis vino en gran parte por políticas monetarias expansivas que han producido tensiones inflacionistas. La invasión de Ucrania, a la que los países occidentales seguimos dando legítimo apoyo, agravan la situación. Las familias ven erosionado su poder de compra tanto por la inflación como por la subida de tipos de interés que se usan como política monetaria para reducir a su vez la inflación.
El comercio sigue evolucionando y los comerciantes siguen mejorando sus costes, principalmente el de su cadena de distribución, pero los márgenes se estrechan.
En el campo regulatorio vemos un agravio comparativo con la venta online que funciona 24-7 frente a limitaciones sobre la libertad del comercio “físico”. Además, veremos cambios impositivos relevantes relacionados con los nuevos modelos de consumo energético.
Nuestro sector responderá a estos retos con el foco en el cliente y en la sostenibilidad, dando los mejores servicios y seguiremos trabajando comerciantes, clientes e inversores en la misma línea para así incrementar nuestra cuota de mercado.