De un tiempo a esta parte, hemos podido comprobar cómo el concepto de retail park se ha reinventado, engrandecido, siendo una buena opción para cualquier marca.
Quizás podamos hablar de dos claves significativas que marcan la diferencia con el pasado; la primera es cómo la activación digital ha permitido amplificar el impacto de una tienda en retail park que antes dependía casi exclusivamente del potencial de su área de influencia inmediata para conectar el cliente con el producto. Cierto es que sigue siendo crítico el diseño, la comercialización y los rótulos, elementos siempre determinantes para garantizar la relevancia y notoriedad del polo comercial.
La segunda clave es cómo los retail park han evolucionado su concepto, siendo ahora diseños más cercanos al centro comercial abierto que parques de medianas tradicionales, donde la inversión en adecuación para garantizar el ocio y el disfrute de los visitantes se aleja de los antiguos conceptos.
Fruto de esta transformación, vivimos una exponencial proliferación de este tipo de activos, teniendo como resultado un mercado cada vez más maduro. En otros países europeos, el formato de retail park está mucho más asentado y cubre un porcentaje de m2 mucho más significativo. En nuestro país crece, consolidándose como una opción muy atractiva para el cliente, acelerada, además, por situaciones ya vividas como la pandemia.
Por todo esto, el auge y la consolidación de los parques comerciales se ha convertido en una tendencia imparable, evidenciando su éxito con la conexión efectiva entre la oferta comercial y el cliente